"La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea algo interesante" Paulo Coelho




Un nuevo despertar

martes, 10 de septiembre de 2013



No encontrar consuelo… no saber qué camino seguir.

Tener dudas, miedos, desconfianza en haber tomado decisiones erróneas.

Encontrarse solo, sin nadie que te escuche y te comprenda. 

Fracasar en la vida, no ver progreso en cada paso.

Tener temor al rechazo, a no encajar con el mundo…

Cuántas preocupaciones tienen las personas y qué poco tiempo tenemos para vivirlas. El sufrimiento es constante y, aún así, la felicidad existe y persiste en algún rincón de todas las mentes humanas.
Existen malas rachas que pueden arañar nuestra piel, llegando incluso a dejar cicatrices profundas. Pero todas las heridas se cierran, porque estamos hechos para superar obstáculos, no para atascarnos en un momento y lugar. 

Por eso vienen los buenos momentos, los muy buenos, los imborrables en nuestra memoria, la cual ansía mantener pensamientos alegres el mayor tiempo posible. Pero en esta vida nada es estático, todo está en constante movimiento por lo que no siempre estamos bien. 

Para buscar ese estado de paz y tranquilidad ansiamos las vacaciones, pero que caprichoso es el tiempo, que nos llegamos a cansar de los periodos de descanso, porque definitivamente el hombre no está hecho para estar parado. Esperemos que lo políticos se percaten de esto y acaben con la cifras de desempleo que tanto nos aprietan.  

Qué bueno el volver a llenar la cabeza de sueños y proyectos; aunque ello suponga vaciar la maleta de viaje, es necesario asentarse para dejar volar el ingenio. 

Con todo esto quiero desear una buena entrada en la rutina a todos aquellos que estén aún con la depresión postvacacional, y es que los periodos de cambio nunca son plato de buen gusto. Invito a saborear con paciencia este mes de septiembre, para así demostrar que somos culos inquietos, siempre dispuestos a progresar. 

¡Ánimo!
A por un nuevo despertar de mentes :) 

 


Bifurcación

lunes, 22 de julio de 2013



Estoy aquí para vivir, pero no vivo por no ser capaz de decidir por mi cuenta. Hago siempre lo que se considera correcto pero, como bien se sabe, la perfección y  las verdades absolutas no existen.
Porque una persona le haya ido bien en la vida, no significa que se deba seguir un patrón único para alcanzar la felicidad. Los caminos son a cada cual más variopintos, pero no por ello uno es más perfecto que otro. 

Las vidas cambiantes no son malas, porque todos de igual forma tenemos días malos y buenos, simplemente son puntos de vista distintos que aplicamos a nuestra forma de ser y de actuar.
Las malas noticias no las pone Dios como castigo por nuestros pecados, porque si así fuera, la vida de las personas perfectas sería un cuento de hadas, y creo que nadie en este mundo puede decir que nunca ha tenido problemas. 

No estoy aquí para hacer las cosas que quiero, pero tampoco las que debo: el derecho a equivocarme y a decidir son parte de mi condición, y como persona que soy decido no hacer siempre lo que los demás quieran, sino lo que yo decida; por otra parte, me comprometo a hacerlo correctamente, con responsabilidad y sensatez… porque la locura no es algo que me caracteriza, los que me conozcan lo saben.

Solo se necesita la libertad para ser feliz, pero esa libertad debe estar cargada de valores, aquellos que siempre me han acompañado y que me acompañarán. Una cosa son valores, y otra muy distinta son patrones: no quiero seguir un patrón, quiero marcarme mi propio destino. Los valores son la base, las decisiones son muchas, ¿quién debe decidir?: tu propia persona.  

Todo consejo está bien recibido, pero un consejo se da con margen de error infinito, o de acierto, según se vea o se experimente. Una decisión puede ser errónea y acertada, se ve con el tiempo, pero lo que nunca se ve son las decisiones que no se toman por miedo… el miedo borra nuestras huellas en el transcurrir de los días, porque si pasas de puntillas, todo queda más insípido. 

Las cosas que quieres y las que debes buscan un punto común, ese punto viene cuando se decide, las consecuencias son una multitud, pero estás enriquecen el alma porque vienen acompañadas de experiencias que pueden marcarte, es verdad que pueden hacerlo para mal, para sufrir, sin embargo, también pueden alegrarte la vida, ayudándote a disfrutar de ella como bien se merece. 

No pido nada, solo seguir

Ternura a cuatro patas

domingo, 23 de junio de 2013




Un amor perfecto es posible… por mucho que lo nieguen los pesimistas. Un cariño incondicional que nunca te va a dar la espalda, una devoción hacia tu persona que hace sentirte especial las 24 horas del día. Cuando estoy triste noto su presencia en el mismo instante en que derramo mi primera lágrima. Cuando estoy enferma es el primero que viene a apoyarme y a tumbarse en la cama junto a mí. 

El día que nos conocimos todo era confuso para los dos, pero en cuanto puse mi mirada en ti supe que de ese momento en adelante no iba a dejar de quererte nunca. Eres capaz de decirme cosas sin palabras, solo con tu presencia eres capaz de iluminar mis días grises. 

Cuando me enfado, me entiendes y cuando me alegro tu también estás contento. Es algo inexplicable, pero sé que llegaste a mi vida para darme comprensión y calor.

Por eso quiero decirte pequeño amigo, que cuando tus patitas peludas rascan mi cama por las mañanas despierto con ganas de abrazar la vida, por muy mal que esté todo. El poder cogerte en brazos para que duermas a mi lado, sintiendo ese calor que todos necesitamos en muchos momentos. Que tú te acurruques cual bebé buscando también algo de mí. Gracias por estar siempre ahí, por demostrar que la lealtad incondicional corre por parte de peluditos que, a cuatro patas, son capaces de mostrarnos la humanidad de la que muchas personas carecen. 

Gracias bolita peluda 


Madurez

martes, 11 de junio de 2013



Cuando los pensamientos te ahogan y tu cuerpo se revuelve.  No estás cómodo, te sientes extraño en tu propia tristeza, porque sabes que de ti depende salir adelante…

Cuando los primeros pasos a dos piernas quedan muy atrás, y son ahora las alas las que deben ejercitarse. Me siento como un polluelo en el nido, rodeada de compañeros pedigüeños y alborotadores.  Algunos ya salieron y empiezan a acostumbrarse a la independencia, a la responsabilidad de actuar en la vida. Otros hace mucho que saltaron de la rama y surcan los cielos con soltura. 

Y yo, sigo acurrucada en el nido, asustada pero curiosa, temblorosa pero a la vez decidida… no tengo miedo al fracaso, porque sé que alguna vez estará presente y me hará caer, pero también sé que habrá otros polluelos más maduros, o menos, que me echen un ala de apoyo. 

El camino es mío, la encargada de azuzar a mi vida no puede ser alguien distinto a mí. El pequeño polluelo asustadizo quiere asomar la cabeza al mundo y poder decir desde lo alto que soy la dueña de mis decisiones, acertadas o erróneas, de mis alegrías y mis tristezas, de mis experiencias desechables y aquellas que deberían guardarse en museos como grandes obras de arte. 

Me acerco al final de la fina rama, miro al sol que parece pedirme que juegue con él al pilla-pilla, miro hacia abajo: el fracaso se materializa en una gran altura, pero siempre  he sido más de alturas que de longitudes, y quien haya conocido mi etapa de atleta lo sabe. No quiero mirar hacia abajo, me dirijo hacia el sol. El pequeño polluelo quiere dejar de ser el que deja todo pasar, no enfrenta sus miedos y prefiere ver los toros desde la barrera que cogerlos él mismo por los cuernos. 

Un aleteo, dos, ¿tengo marcado el camino que debo seguir? No, porque si no todo sería demasiado fácil, a la par que aburrido. Pero sé que el aire renovador será mi compañero de viaje y que, en forma de espíritu, sabrá cómo darme impulso cuando más lo necesite. 

Empiezo a batir las alas, respiro hondo… confianza, valor e ilusión son aquellos que están amarrados a mis plumas. Un salto, dos y ¡a volar! 

El polluelo es ahora un Águila Real, lo ve todo a su modo, es dueño de su propio aire, sonríe a la vida nueva que acaba de comenzar. Y aunque el viento a veces vaya en su contra, sabe que no dejará el nido del todo, porque el calor de un hogar se lleva siempre en el corazón. 

Acompañada de los demás, todos sabemos que nacimos con una misión en el mundo. Veinte años de aprendizaje han sido suficientes y agradecidos, pero las alas están para usarlas. 

Como dijo un gran hombre en un mundo lleno de magia: “No son nuestras habilidades las que muestran como realmente somos, sino nuestras elecciones” (Albus Dumbledore).