No
podría sintetizar un año sin perder detalles determinantes, por lo que me
dedicaré a enfrascar estos recuerdos con pequeñas pinceladas…
365
días basados en una búsqueda del tesoro. El mapa estaba trazado, pero el lugar
donde estaba oculto se encontraba aún por determinar. Comencé esa búsqueda cual
bucanero de agua salada. Habiendo surcado ya esos mares, sabía que las olas podían
volverse contra mí, pero esta vez estaba convencida de que era la ruta
correcta, la misión especial de mi vida.
Todo
era confuso al principio, poco concreto. Seguí confiando, aún con la
desconfianza que da la incertidumbre de no saber las intenciones y los pasos
que debía seguir.
Pasamos
de lo estático al planteamiento de una aventura vital: un momento en nuestras
vidas en las que todo pasaba por alguna razón lógica. No había más locura que
la de nuestras cabezas risueñas. Todo era espontáneo pero cierto y firme.
Viajes,
encuentros encantadores, despedidas en lágrimas dulces, risas intempestivas
hasta la madrugada, conversaciones dignas de ser registradas por poetas,
científicos y filósofos. Promesas y sentimientos que pueden decirse con las
mismas palabras por todas las bocas de este mundo, pero no existe medidor
posible para calibrar la intensidad y la pureza de todo lo que se ha dicho y lo
que aún nos reservamos por decir.
Las
aguas podían revolucionarse, pero el perdón y las ganas de felicidad siempre eran
mayores. La tormenta no nos vence, sino que nos hace más fuertes. Lucharemos
porque ese espíritu de superación y de mejora perdure siempre.
Poco
a poco pasamos de surcar los mares a volar por los cielos. Como el barco del
Capitán Garfio en el que, una vez combatido el mal, apareció la magia… dando
luz a la travesía, e ilusión por seguir un rumbo más allá de las nubes.
Si
pudiéramos resumir este año en expresiones, serían algunas de estas: je t'aime,
fait de beaux rêves, amo-te muito, rabbit connexion, no mezcles por qué
mezclas, ne touches pas pourquoi tu touches... y de las más recientes como adiós
la luz y aaa adivinas…y muchas más que no recuerdo ahora, pero que siempre
quedarán registradas en un año que significa el comienzo.
Sabía
que mi misión especial en esta aventura era aportar esa luz y esa magia que en su
día hizo que Peter Pan no creciera jamás, decidiendo ser un niño para siempre.
Lo de surcar los cielos eres tú más especialista que yo, hay que reconocerlo,
por lo que te dejo a ti el timón.
365
días en los que el barco ya surca el cielo, iluminado por un sentimiento,
alentado por la emoción y orientado entre dos personas deseosas de que Nunca Jamás
se acabe este viaje.
No
me dediqué a seguir las directrices del mapa, porque desde que decidiste
acompañarme, me di cuenta de que el tesoro lo llevaba siempre a mi lado.
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