Cuántas veces te has mirado al espejo y has dicho: que feo/a estoy… te ves defectos por lados y rincones insospechados, no te sientes dispuesto/a a ser bonito/a.
Piensas que así nadie se fijará en ti, que serás una
persona más que transita en la vida, aquella que no para, que no te espera para
ser perfecta.
Un vídeo
publicitario me hizo abrir los ojos: me hizo entender que la belleza que
tenemos, la que ven los demás florece del interior… es nuestra sonrisa y una
disposición positiva ante el mundo, frente a las personas.
Porque todos tenemos aspectos físicos que sobresalen
del resto, pero es eso lo que nos caracteriza, aquello que nos hace únicos e
irrepetibles.
Nuestra valentía ante el transcurrir de los días, esa
sonrisa al prójimo que no sabe que para ti no es un buen momento, pero no dejas
de ser amable…
Inmediatamente después de ver este vídeo salió esta
conversación:
Es simplemente lo que siempre te he dicho, lo que
te digo todos los días y te diré siempre: no necesitas maquillarte, ni nadie
casi.
Porque eres PRECIOSA… ¿por qué? Porque Dios te ama,
porque yo te amo, porque tus padres también, tu familia…
No es la perfección la que se busca de nosotros; ya
que con solo una sonrisa amable, una persona es perfectamente capaz de
embellecer el mundo.
Somos más preciosos de lo que nos creemos, valemos
mucho más de lo que nos apreciamos, porque por mucho que nos sintamos
desarreglados, en algún momento de nuestra existencia hemos sabido dar belleza
sin precisar de un cuerpo perfecto, un rostro sin imperfecciones, una sonrisa
blanquecina…
Basta con nuestra actitud y nuestras ganas de hacer
feliz a las personas.
Porque la felicidad es bella y no precisa de rostro
1 comentarios:
Mola que vuelvas a escribir
Publicar un comentario