Te has ido en paz... y eso nos consuela. La maldita enfermedad contra la que has estado luchando
te ha apartado de nuestro lado antes de tiempo… ha sido tu cruz, pero también
tu cara en cierto modo: porque te diste cuenta de que la vida está para
disfrutarla en cada momento, con cada mínimo atisbo de alegría. Eso es lo que
nos has querido transmitir desde que te conocimos, que nada debe de importar
salvo el hacerte feliz a ti mismo y a los que te quieren de verdad.
Cómo disfrutabas
sorprendiendo a los demás, cómo te entregabas cuando unos madrileños inexpertos
marchaban para tierras asturianas con el fin de disfrutar de la buena gente que
puebla esos parajes de ensueño; un
paisaje del que tú te enamoraste y del que tanto presumías orgulloso delante de
todo aquel que pasara por allí.
Muchos son los recuerdos que
tengo de ti, y todos llevaban siempre una enseñanza: aprender a pescar sin caña
en estaca de Bares, a disfrutar como nunca del paisaje en Cabo Peñas, a
encontrar la paz interior en Aguascaídas… aunque tengo un recuerdo tan especial
como sencillo: una noche de comida campestre frente al mar… solo se precisaba
de una navaja, chorizo, queso, sardinas y un trina de manzana como bebida
popular. Sentados en una mesa de picnic el conjunto hizo de esa cena improvisada la más lujosa de las comidas, porque
acompañada de una buena conversación, no precisábamos más que nuestra compañía,
complementada con el sonido del rugir
del mar chocando contra el rompeolas. Siempre demostrabas que no se precisaba de
grandes lujos para ser feliz, y ese instante fue el mejor ejemplo de ello.
Por esto y por todo lo que
has hecho te quiero dar las gracias, de todo corazón, porque desde el momento
en el que una familia getafense cruzó las puertas de tu amada sidrera hiciste
que nuestro concepto de amistad cambiara por completo. Gracias de corazón, a ti
y a toda tu familia, por hacernos sentir parte de vosotros. Gracias de todo
corazón por ser tan buen amigo.
Nunca querías despedirte, y
has seguido fiel a tus principios hasta el final. Porque siempre decías que no
hay que decir adiós, sino hasta pronto… y es que el marchar dolía, pero siempre
nos quedaba la esperanza de que pronto nos veríamos de nuevo. Esta vez has tomado ventaja, pero como siempre
sabías cómo mandar, yo seguiré firme en pensar que esta despedida no es un
adiós sino un hasta luego. Porque todos
sabemos que no te has ido lejos, ni mucho menos, simplemente has pasado a
formar parte de esa Patria Querida que tanto amabas. Disfruta de la paz güelu
querido, esa que tanto te mereces.
Con todo el cariño del
mundo, estas palabras para mi amigo Jaime y para su querida familia
2 comentarios:
Sobran las palabras; sobran los comentarios. Sólo con vernos unos a otros en esta casa, ya sabemos lo que nos sale de dentro. Que nunca se olvide el recuerdo de este gran hombre que forma parte importante de nuestra propia familia. Un beso.
D.E.P. Jaime (nuestro güelu)
La gente que nos ha llegado al corazón son aquellas que entran y no saldrán jamás... un besazo <3
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