Muchos momentos pesan y
en ocasiones parece que te encuentras en un laberinto. Piensas que no hay
salida, ni fácil ni difícil, simplemente estás en un bucle sin final. Pero
todos los laberintos tienen su salida, consiste en ampliar la mirada y saber
ver más allá, de levantar la vista del suelo y mirar hacia el frente.
Muchas veces son tus
seres queridos los que te cogen el mentón para ver ánimo en sus miradas, para
que la tuya se contagie con la iniciativa de seguir hacia adelante. Aunque hay
ocasiones en las que seguimos echando los ojos al suelo y cabizbajos continuamos
en penumbras… buscamos luz pero nos obcecamos en que todo sale mal, queremos
comprensión pero nos aislamos para no amargar a los demás. Quieres hundirte en
tu propio pesar, porque sientes que solo así en algún momento dejarás de sufrir,
aunque sea del agotamiento al pasarlo tan mal.
Momentos en los que
llevas las preocupaciones ocultas y te viene una persona para desvelarte las
suyas. ¿Qué haces en ese instante? Te dedicas a mostrarle lo bello que es vivir,
que los malos momentos son efímeros y que la felicidad permanece siempre en
nosotros. ¿Por que a quién le gusta sufrir? Después de iluminar el día a esa
persona, te da por reflexionar: doy consejos a la gente y aún así no soy capaz
de aplicármelo a mí cuando estoy mal… qué contradictoria es la vida! Sigues
tozudo en la idea de que estás solo y nadie tiene remedio para tus problemas,
aunque tú los tengas para los demás.
La tristeza no es el
sentimiento que el ser humano lleva por bandera, porque si así fuera nos
dedicaríamos a hundir a la gente en vez de intentar rescatarla de su
pesadumbre. Por ello saco como conclusión que los momentos desesperanzadores
tienen algo de valor, aunque sean muy difíciles de ver, ahí están. Que por muy
mal que esté la situación en el mundo, un pequeño gesto acompañado de un cambio
de actitud puede mover tu mundo hacia la felicidad, y no hacia la tragedia.
¿Por qué vuelvo a
escribir? Seguramente porque mi mente lo necesitaba. ¿Qué quiero decir con
esto? Simplemente que cuando estamos tristes no damos lo mejor de nosotros, que
damos la mitad de luz de lo que es capaz de proporcionar el ser humano al
mundo. Vivir a medias nunca me ha gustado, y saber que estar mal supone no dar
el 100% de mi ser es algo que me gustaría evitar cuantas más veces mejor.
Con el día de hoy, me
quedo con el momento en el que estando en una celebración entre hermanos, sonó
esta canción de fondo que me recordaba que no estoy sola, que siempre soy
comprendida y que el caminar puede ser duro, pero siempre tengo una cuerda
firme que me sostiene y me sostendrá.
¿Tú te sostienes?, yo
simplemente me dejo sostener.
3 comentarios:
Es en los malos momentos en los que verdaderamente te darás cuenta de lo efímero, del amigo, de lo prescindible y de aquello a lo que te tienes que aferrar. Son épocas duras estas, en las que vivimos angustiados. Pero dentro de esa angustia, siempre hay una luz que quizás de otro modo, no somos capaces de distinguir. Únete con fuerza a esa luz y sabrás lo que es vivir en una continua esperanza. Besitos.
Pues es cierto, debemos intentar ser felices día a día, intentar estar al 100% cada dia de nuestra vida. Nunca estamos solos, con nosotros están nuestras familias y amigos, pero siempre siempre está Dios, para cuidarnos y protegernos. Acabo de conocer tu blog y me ha gustado como escribes. Un abrazo
Muchas gracias Papá. Amigo releante, me ha gustado que te guste mi forma de escribir y mi entrada del blog,por lo que he visto puedo decir lo mismo de tu blog, un saludo.
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