De pronto mi
corazón dio un vuelco y me teletransportó a mi tierna edad de 10 años: una niña
desorganizada que ansiaba merendar rápido y hacer los deberes cuanto antes para
poder tener tiempo de ponerse a dibujar; mientras escuchaba música de un hombre
italiano que consiguió traspasar sus delicados oídos para llegar directamente a
su pensamiento y a su corazoncito, ansioso por conocer nuevos sentimientos…
aunque esa música no era equiparable a experimentar sensaciones por cuenta propia, a esta niña le
proporcionaba todo lo necesario para vivir sin experimentar el amor, la pasión
o la compañía de un cariño adulto lleno de responsabilidades.
Con 10 años no
estaba preparada para eso por muy bonito que fuera, por eso buscaba otros
caminos para inyectarme esa dosis de alegría que necesitaba para ser optimista
ante todos los momentos posibles. Y cuando llegaba a casa y algo me preocupaba
volvía a refugiarme en esa música que no sabía cómo era tan insignificante para
muchos y tan indispensable para mí… era lo más parecido a cobijarte en los
brazos de la persona amada, pero en vez de acunarme en alguien lo hacía en las
letras y notas de las canciones de un italiano con una voz que me erizaba los
pelos y me hacía encontrar mi paz interior en mi pequeña habitación.
Muchos han sido
los momentos que por intentar ser adulta he prescindido de esa esencia musical
que tanto me aportaba, sin decepcionarme nunca, ya era la vida misma la que me
maldecía sin mi refugio, pero no supe por qué no era capaz de retomarlo con
esa misma pasión… había perdido mi magia por todos lados…
Y volvió la
alegría, la cordura y el pensar de forma sana y original… volvieron las
canciones y las reflexiones. Esa infancia retornó de golpe este miércoles:
tranquilamente en mi habitación y por casualidad me entero que el hombre
italiano que tanta inspiración me había hecho acumular de pequeña, y aún todavía
siendo adulta, estaba en Madrid. Era algo único, ansiado, inesperado y muy difícil
de creer para esa niñita de 10 años que aún dormitaba en su habitación con la
luz apagada y un disco sonando una y otra vez. Una hora de espera arrastraban 9
años con la esperanza de poder ver en persona a Tiziano Ferro, ese italiano que
me robó el corazón y puso banda sonora a mis pensamientos durante tantos
momentos preciosos e importantes de mi vida. Al fin pude conocer a uno de mis ídolos
de la infancia, y digo ídolo porque gracias a su aportación como persona hizo
que creciera acompañada del mejor regalo que puede hacer un cantante: una
música que estremezca y haga placentera la escucha de un disco que si fuera
interminable sería infinitamente paciente a su escucha eterna.
GRACIAS POR TU
MÚSICA TIZIANO
3 comentarios:
Una experiencia que me habria encantado compartir ctg <3
Yo ya lo he dicho todo...
los dos habeis podido ver lo que significa para mí :D y solo por el hecho de compartirlo con las personas más importantes de mi vida el poder hacer mis sueños realidad tiene mucha más importancia si lo puedo compartir con gente que me quiere.
POR CIERTO, OS QUIERO MUCHO MUCHO :)
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