El principio de todo siempre cuesta, solo por el hecho de que
el ser humano es el animal que más se encariña de la estabilidad, de los
momentos cotidianos y evidentes. Pero a veces el cuerpo te pide a voces salir
de ese horario preestablecido para poder dominar sobre esa comodidad propia…
Me dispongo a salir a la calle y el frío es el primer
tentador de la tarde… siempre amenazándome con el viento para que me dé la vuelta
y me quede en casa. Pero hoy si que no estaba dispuesta a dejarme manipular,
porque no había otra cosa que me entusiasmara más que el enfrentamiento de mi
misma contra mi propia voluntad.
Llego al principio y me pongo los cascos, me coloco el polar
y me ajusto las deportivas… solo es cuestión de ponerse a correr… como bien he
dicho al comienzo, los principios son los costosos, pero no los únicos tramos
que te lanzan dificultades. La gente te mira con cara extraña, a veces con admiración y otras veces con
pasividad; como si pensaran… “puf que ganas tendrá de sufrir sin necesidad”
(estas personas son los segundos tentadores del trayecto). Pero yo sigo a lo mío,
inmersa en mi reto personal.
El transcurrir del tiempo no estaba en mi horario, ya que no
sabía ni la hora que era ni cuanto llevaba trotando, pero cada vez se hacía más
y más intenso. Los cambios de ritmo, los impulsos acelerados y las ganas de
cumplir con mi cometido. Los sonidos de mis oídos hacían que cada pisada fuera
distinta, cada paso más rápido que el anterior… y eso poco a poco agotaba mi
paciencia y mis fuerzas… pero lo estaba consiguiendo, el final ya estaba cerca.
Los últimos metros se me hacen cuesta arriba, las piernas me
flaqueaban y los brazos no coordinaban… el polar me estorbaba en exceso pero
aguantaba con él. De pronto llegan los últimos metros y suena en mi cabeza una
canción demoniaca que me arranca las reservas explosivas… me pongo a correr
llevada por el infierno y dejo que mis zancadas se prolonguen hasta el
infinito. Por fin llego al portal de mi casa, toco el pomo y me quito los
cascos.
De pronto siento como mi orgullo ha conseguido hinchar mi
pecho oprimido por el polar sudoroso… por fin he logrado aquello que nunca
había creído posible: CORRER CON LA MÚSICA DE ACDC!!, a través de un carril
bici hacia el infierno y echando fuego por las deportivas…
1 comentarios:
¡Qué recuerdos me trae a mí eso!
No pares nunca de correr aunque sea hasta el infierno.
Besos deportivos
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