Por qué siempre vuelve esa inspiración que tanto busco por
el mismo culpable, por esa búsqueda incansable del ser humano por saber si
puede llegar a ser considerado especial…
Puede existir una media naranja ¿? La naranja se ha caducado
para todos ¿? Le faltan vitaminas a la naranja ¿? …. Que pesaditos nos ponemos
con la fruta y eso que está comprobado que la solemos catar poco.
Muchos son los momentos en los que las personas vamos
rodeados de gente y de pronto nos damos cuenta de que una presencia humana no
es suficiente para estar completo, para sentirte como en casa por dentro
mientras que por fuera te encuentras en un tren… un tren repleto de historias
acompañadas de personas que contienen pensamientos. Esos pensamientos son
prendidos por la mecha de una ilusión que proviene de diversos lugares: una
mirada del chico de enfrente, la frente sudada de ese ídolo deportista de
nuestros sueños, los deportes que nos gustaría practicar durante toda nuestra
vida, la vida que llevamos y la que nos gustaría traernos de vuelta consigo.
Todo eso me ha dado por pensar en un trayecto de 20 minutos,
sin embargo, el mismo pensamiento se asomaba por la esquina de mi existencia…
la compañía siempre es necesaria: una pareja en el tren abrazada a sus
recíprocas cinturas se miraban a los ojos contrarios como si fueran los suyos
propios… abrazos por debajo del abrigo eran respondidos con caricias sobre la
nuca. Sonrisas compartidas que se entremezclaban con momentos de melancolía.
Con las maletas en la puerta se disponían a bajar del tren: juntos, fusionados
y confusos entre un torrente de gente que empujaba por dejar el tren cuanto
antes…
20 minutos en mi vida han servido para darme una lección: no
es que la naranja carezca de fuerza, es la energía que nosotros le queramos dar
a dicha pieza. La diferencia está entre la gente que está dispuesta a ir a la
frutería a buscar la fruta adecuada: si nos centramos en peras, plátanos o
sandías… la presentación será destacable en el momento de comprarla, pero nunca
quedaremos saciados. Yo animo a buscar la naranja ideal (con eso no digo que el
amor perfecto esté en Valencia, o a lo mejor sí quien sabe) y a saber exprimir
bien su jugo, aunque nunca se exprima del todo… que siempre quede vitamina para
dar hasta el final de nuestros días…
1 comentarios:
Existir, existe. Lo que no sabemos nunca es si ese año, la cosecha es buena.
Besos
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