EL PLACER DEL REENCUENTRO CONTIGO MISMA

Me sentía perdida, vacía y descalzada; mi ruta de navegador se encontraba en interrogante mientras deambulaban los destinos en mi cabeza, sin saber que dirección tomar.
Nada te conmueve, todo lleva un pensamiento que no corresponde con lo que te conviene;
No te llenas a ti mismo de tus sueños, son las pesadillas las que te vacían la felicidad...
De pronto un día me levanto y pienso que todo va a cambiar, pero me doy cuenta de que al tocar el suelo sigo descalza, sin zapatos con que cubrir mi aspereza por lo frío, por lo insensible, por el crudo invierno que me nubla la niebla en la que habito.
Las voces son ecos y los gritos son murmullos; nada es suficientemente importante para que se haga notar en el silencio.
Mi mente piensa en bajito que no hay salida, que siempre va a ser así, pero es mi propia insipidez la que me impulsa a golpearme la cara y decirme a mí misma que no soy yo la que camina.
Por eso no encontraba senda alguna, porque no era yo quien lo tomaba sino mi cabeza vacía de mí y llena de pasado trastornado por la incertidumbre.
Poco a poco vuelvo a la carretera y busco mi camino allá donde sea; el destino está aún por concretar; sólo sé que el pasado era solitario y el presente se presenta en compañía de un regalo especial: el regreso de mi
vida, que vuelve a casa por navidad... Esperando volver a calzarme por nuevos pensamientos a los que querer, momentos que degustar y personas a las que saborear.