Porque la vida es sueño
y muchas veces no nos conformamos con tener que soñar por la noche. Desde que
abrimos los ojos por primera vez al mundo tenemos una misión concedida de
antemano, aunque nosotros no lo sepamos en un momento concreto, esa misión se
nos será desvelada… Cuando descubres tu objetivo son pocos los que se atreven a
dejar de lado la razón y dejarse llevar por el corazón. Aquellos que lo
consiguen viven por y para hacer esos sueños realidad, convertir su misión en
una pasión sin precedentes, disfrutar con la vocación para la que están
dispuestos a entregar toda una vida.
Escribo desde la
emoción de verme maravillada por las ganas y la ilusión de una de esas personas
que se acuestan pensando en su pasión y se levantan con ganas de retomar esos
pensamientos. Una entrega profunda desde el sentimiento y la pasión sobre unas
bellezas con alas que permitieron en su día imaginar al hombre la posibilidad
de despegar los pies del suelo más allá de las nubes…
Cuando esta persona
pone la mirada hacia el cielo no se dedica a observar lo azul que puede llegar
a ser, sino que sueña con la posibilidad de tocarlo él mismo con los dedos
algún día. Los aviones para él son máquinas perfectas, pero además son el
refugio de las almas entregadas de aquellos pilotos que van en busca del sol
para encontrarse con su auténtica felicidad. Porque el ansia de volar se debe
llevar en la sangre… y sé que por tus venas la sangre no corre, sino que es
capaz de volar igual de rápido que un f-14…
Puede que el proceso
sea costoso, pero nadie en este mundo te quitará las ganas de demostrar que en
el cielo es donde tú debes estar, que no eres terrestre ni acuático, que en tu
planeta del que procedes te quitaron las alas y has venido a este para poder
recuperarlas. Estos días son los adecuados para demostrar que eres merecedor de
esas alas sin plumas, y que si abriste los ojos a la vida fue para demostrar
que eres una persona excepcional a disposición del cielo, del aire y del sol…
porque ellos serán tus compañeros de vuelo.
Mientras tanto yo me quedaré en tierra
contando los aviones desde la colina y esperando que algún día seas tú el que
aterrice en un A400M y que se baje del avión como un piloto portugués orgulloso
de haber hecho su sueño realidad.